#Opinión: Una crisis que cruje y fractura a la sociedad. Por Carlos Ñáñez

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Opinión: Una crisis que cruje y fractura a la sociedad. Por Carlos Ñáñez

Venezuela es uno de esos casos que haciendo analogía con la medicina, podría calificarse con la de un paciente en estado de metástasis cancerosa, así pues lo que inició como un tumor en el cuerpo moral del estado se expande como una hiedra pestilente sobre toda la fracturada sociedad venezolana, de la emergencia humanitaria compleja aún no hemos salido, pese a la exhibición sibarítica y ominosa de un lujo propio de los jerarcas del régimen, que crece en las Mercedes de Caracas, en medio de la inopia, la ruina y depauperación de una inmensa mayoría, las cifras del Observatorio Venezolano de Finanzas dan cuenta de una inflación acumulada de 67.6%, anualizada de 537% y mensual de 20.2%, este fenómeno se desarrolla en torno a una concomitante devaluación del tipo de cambio que en el mes de febrero era de 11%, encontrando en marzo como resultado de la obligación del pago del Impuesto sobre la renta, una conducta de cierre de brechas hacia el alza que solo se mantendrá hasta el pago de esta obligación.

El cierre de las brechas entre los tipos de cambio paralelo y oficial es de 0.58%, lo cual no puede traducirse como calma en el mercado, es el resultado del cierre del ejercicio 2022 y el pago del impuesto sobre la renta, en tal sentido tal estabilidad no existe es un efluvio, el régimen se encuentra desbordado fiscal y monetariamente, no hay rango para la procura de ningún equilibrio y en medio cruje la crisis de los trabajadores de la administración pública, de los médicos y de un magisterio al cual ya es imposible humillar más, la última idea que se le ocurrió a la Ministro de Educación fue la limitación del horario, para que los maestros se busquen la vida, ya en otra oportunidad se le había escapado a esta suerte de Margot Honocker tropical, que las maestras podrían ser servicios domésticos en sus horas libres y los maestros trocarse en buhoneros, ese es el esquema mental de quienes nos gobiernan, así es su marco común de pensamiento y cada cual decide revolcarse con ellos em esos sus charcos del inconsciente totalitario.

Los salarios son inferiores a cinco dólares, los jubilados perciben un ingreso que les condena al hambre, de hecho ya se hacen liquidas las imágenes de ancianos arrancados de la vida por ese espectro inmisericorde del hambre, en medio de esta crisis se encuentran los estancieros, los oasis de opulencia grosera de quienes han hecho del erario público un botín personal, esos deciden a quien comprarles la conciencia y cual bestias luego de haber bebido la pócima de Circe deciden aceptar su proxemia y convalidar el nihilismo del mal.

En Venezuela nada es bonito, nada es normal, no hay justicia sino fuerza y conexión, no existe equidad sino injusta repartición en medio de miserables, que fueron vencidos por el totalitarismo y esperan la dádiva de la Caja de comida o el bono ominoso, como ridículo pago de sus libertades.

El daño es social y antropológico y es deber del hombre prepararse y preparar a los demás, así lo decía Emile Littré, en estos mustios tiempos corresponde aclarara que en este ex país nada se ha arreglado, que tras las bambalinas de los conciertos para la élite, subyace el dolor del hambre, la condena a muerte en los hospitales públicos, el fracaso de la escuela, bajo el eslogan panfletario de Venezuela bonita, no hay belleza en el mal y eso es una tautología incontrovertible, que incluso la saben quienes han cedido a esta pestilencia que impide el crecimiento de la virtud, que es un hongo que asfixia y una pústula purulenta.

La crisis nos fractura socialmente cuando vivimos bajo las formas de la vigilancia, de la sospecha eterna, de la desconfianza social, la rabia crece y es una amenaza para unos y otros, pues la ira es irracional y no distingue a los responsables de quienes hemos sido conscientes en el discurso, en tal sentido la fractura parece embridar cosas evidentemente indecibles que nos someten al paroxismo y a la angustia.

Como corolario final, la verdad es inocultable, tras los edificios de las Mercedes, las luces que maquillan una realidad de opulencia, discurre un país de criaturas famélicas de gente con hambre, de ancianos que son presa de Thanatos, en esas fealdades reside el legado de Chávez, sus sempiternos ojos, también quebrantados por el paso del tiempo han de ver la suma de ruina que produjo su paso por la historia, mismo que le permitió a su familia trocarse en una surte de gens Julio Claudiana en un país de desarrapados.

“Con la Cruz, Jesús se une a todas las personas que sufren hambre, en un mundo que, por otro lado, se permite el lujo de tirar cada día toneladas de alimentos.” – Papa Francisco I.

Por Carlos Ñáñez

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